martes, 16 de junio de 2009

Tengo tanto que decir que mi lengua se traba, escogiendo las palabras perfectas, deseadas para decir lo que quiero, lo que quiero y no puedo, lo que puedo y no debo, lo que debo y no sé. Lo que no sé, no puedo , no debo y no quiero decir con meras palabras, lo que con miradas susurro, segundo tras segundo, lo que con sonrisas digo, minuto tras minuto, lo que con un gesto grito en tu sordo oído. Lo que me ata en mí, lo que me hace morir y nacer cual ave fénix en un ciclo sin final, sin poder salir, sin poder frenar. Lo que atesoro en el fondo de mi ser, entre un pulmón y un no sé qué, una carcoma insaciable de la que soy su madera preferida.

¿Por qué no tendré el valor de dejar salir lo que quiere, puede, debe y sabe salir?¿Será acaso que disfruto al ser carcomida desde las entrañas cual loco?¿O quizás es el miedo de ser carcomida no sólo en mi interior, que es sólo mío, sino también en el exterior exponiéndome al mundo?

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