sábado, 11 de febrero de 2012

Tic, tac

Y la espera se hace eterna
y el reloj marca las dos,
quedan aún catorce horas
llenas de amargo dolor,

El miedo arranca quejidos
de este cuerpo que aún habito,
cuerpo ahora maldito
al no lograr tu perdón,

Tíñese de rojo el viento,
que mi sangre se llevó;
cantan los pájaros muertos
del fondo de mi corazón,

Tristes versos desgarrados,
versos vertidos del Sol;
un Sol sombrío y lejano
que ya no dará calor,

Y la vida se confunde,
pues vuelve a pasar por mí,
y mi hora aún no llega,
¿llegará para ti?

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