sábado, 2 de octubre de 2010

Sin cómos ni porqués, sin quién ni a qué, sin ti, sin él, sin mi... sólo con el tic tac de un viejo reloj, sólo con las cartas de un viejo amor, sólo sola, sólo contigo... pero sola a fin de cuentas...

Sola en un cuarto sin paredes, un espacio infinito y reducido, mi espacio, al único al que temo... un espacio sin puertas, en el que no hay entradas ni salidas, en el soy necesaria y no, en el que te necesito y no...

Simplemente así, con tu mano sobre la mía, con tu cabeza sobre la almohada y tu intempestiva calma, contigo... se desvanecen los miedos, lo oscuro, lo cegador, todo... y sólo existes tú, hasta que no estás conmigo...

Todo vuelve y me envuelve en remolinos de sombras y luces, de color y vacío, de esperanza y desesperación, de dudas y certezas... remolinos de mí misma hecha jirones, que vuelven mágicamente a su lugar cuando te veo, oigo, siento...

Siempre así, asá, de aquella manera o de otra opuesta... y me canso... y no sé ya qué hacer con esta llama que me hace cenizas desde las entrañas, con este insaciable animal, conmigo misma al fin y al cabo...

Dejarlo estar, dejarlo ser, dejarlo hacer... esperar... esperar a que algún día todo pase, se asiente... esperar a que la felicidad sea un estado y no una emoción momentanea... esperar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario